Y por fin llegué a mí destino, y esa misma noche ya tocó ir de fiesta...
Después de dormir, largo y tendido, porque llevaba casi 40 horas sin dormir en una cama, quisimos hacer algo de provecho, y me llevaron a ver la ciudad, de día.
Es una localidad pequeña, pero aun así tiene su encanto. En la maravillosa biblioteca...
... en otros lugares como el Ayuntamiento y la Iglesia...
... en las pre-partys y fiestas...
Pero desde luego con lo que me quedo son con las saunas, que por algo son finlandesas. Por eso, después de hacinarnos en un coche, pusimos rumbo a una sauna muy especial, situada al lado de un lago helado, ¿ya sabéis por donde va la cosa, no? Pues eso, llegas, pagas 4 euros, te duchas, sales del vestuario y ¡Pump! ya estas en la calle, enfrente de un lago precioso, te metes en la sauna y rezas porque los finlandeses no se emocionen echando agua en la caldera, caldera tradicional, por supuesto. Y después de aguantar más o menos, durante 10 minutos, sales y te vas caminando hasta el lago helado, que tiene un agujero donde te bañas más o menos, durante 30 segundos, sales y otra vez a la sauna.
La experiencia vale mucho la pena.
... y en los atardeceres...
Pero desde luego con lo que me quedo son con las saunas, que por algo son finlandesas. Por eso, después de hacinarnos en un coche, pusimos rumbo a una sauna muy especial, situada al lado de un lago helado, ¿ya sabéis por donde va la cosa, no? Pues eso, llegas, pagas 4 euros, te duchas, sales del vestuario y ¡Pump! ya estas en la calle, enfrente de un lago precioso, te metes en la sauna y rezas porque los finlandeses no se emocionen echando agua en la caldera, caldera tradicional, por supuesto. Y después de aguantar más o menos, durante 10 minutos, sales y te vas caminando hasta el lago helado, que tiene un agujero donde te bañas más o menos, durante 30 segundos, sales y otra vez a la sauna.
La experiencia vale mucho la pena.
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